Paréntesis VI

"Creo que voy a gastar un ratito en enamorarme."

Digo, mientras hago un amago de morderme las uñas y pienso en la gelatina de piña que me espera en el frigorífico. A la primavera parece que se le empieza a descongelar la nariz y ya puedo ir en camiseta de tirantes por casa. Pero no tengo mi sombrero, aún. Ya se sabe que las cosas buenas, bonitas y baratas se hacen esperar. Hoy Lulz (Lourdes, desvariando un poco y jugando con las palabras y su extraño apellido) dice que estoy feliz. Quizá se refería a ella. Debe de ser la primavera. O que me hace ilusión la vida. Igual que el aleatorio (que no random) de mi reproductor de música que muestra el cacao musical en el que me sumerjo de vez en cuando. Pero echo de menos mi cámara de fotos. Y a mis pequeñas amigas del año pasado (no, no son vocecitas parlantes, son personas). Así que me vuelvo melancólica. Es posible que sea Tarja Turunen, cantando algo sobre un corazón de cisne o la luz de atardecer que entra por mi ventana orientada al noroeste después de pasar por el hospital. El caso es que quería hablar de algo, no sabía de qué, y me he puesto a escribir. Vaya cosa.



¿La de la foto? Sí, soy yo (y la foto es mía, ¡magia!). De espaldas, por si alguien me encuentra, como ocurre (o algo así) en el relato de Yopo.