martes, 22 de septiembre de 2009

Las mentiras siempre mienten

A ella nadie le había dicho que no es necesario cocinar las casualidades, pero que si se ingieren en grandes cantidades pueden sentar mal. Que son como las setas, las que más destacan las más venenosas y en ellas viven unos enanitos que se dedican a tejer bufandas y gorros para todos los que viajan a Estocolmo en invierno. Tampoco le habían hablado de las mariposas grises que enturbian el cerebro en épocas de duda y miedo, ni de las musas pequeñas que acompañan a todos los niños.

Así que no es de extrañar que su pasión fueran los pingüinos morados y las mentiras que contaban los viandantes sobre ellos. Desde que eran traficantes de besos hasta que vendían versos a las cucarachas para que fueran más felices. Recogía estas medias verdades (porque lo cierto es que sí que traficaban con versos y regalaban besos a las cucarachas) y las embotellaba para luego alumbrar las calles antiguas por la noche.

Las mentiras brillan en la oscuridad, y eso es algo que nadie recuerda, por eso se capturan tan fácilmente. Los pingüinos morados le agradecían esa dedicación ayudándola en sus investigaciones sobre las mentiras. Quería descubrir por qué brillaban tanto y así poder enseñárselo a las sonrisas, para que no se perdieran tantas. Hasta el momento no habían hecho grandes avances (claro, las mentiras siempre mienten), pero se sentía a gusto trabajando con los pingüinos. Ellos fueron los que le enseñaron la receta de las maravillosas galletas de chocolate, esas con trocitos de almendra y avellana que tanto gustaban a los ratones de ordenador y a los delfines de mosaico.

Cualquiera habría dicho que era feliz, que su aspecto y sus luces, las galletas, los pingüinos, los delfines y los ratones lo demostraban. Pero realmente no era así.

No se puede ser musa de colores en su mundo a escala de grises.


La fotografía es mía, la podéis encontrar aquí

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca es una buena mezcla la casualidad y la mentira.
Nada bello puede salir de ahí.
=)

X dijo...

Evocador y abstracto, de última frase potente, de colores, de imposibles. Me gustó. :-)

Yopopolin dijo...

que escrito tan extraño, surrealista, enmarañado... pero eso es precisamente lo que lo hace atractivo...

Yo quiero un enanito que me teja bufandas y gorros para mi visita a Estocolmo! jeje

bss

Tea Girl dijo...

Quiso ser una musa, y lo pagó caro.

Un beso


Me encanta la foto de la cabecera ;)

maria dijo...

guau, simplemente me ha encantado.
tiene fuerza, dulzura, ironía y gancho. Un diez para ti.

Anónimo dijo...

Oye... me encantan tus historias. Me has alegrado la última y aburrida hora de trabajo por hoy... te seguiré la pista (antes de que te conviertas en una arquitiesatesta... por si acaso)