sábado, 28 de junio de 2008

C'est la vie II

La escalera está igual de destartalada que siempre, observa Pierre. Parece que no han transcurrido tantos meses. Oh, bon soir, Pierre. Qué alegría verte. Es la señora Lapin, del tercero, charlatana por naturaleza. Hace tiempo que no te veía por aquí, creíamos que te habías mudado. Ha llegado una chica nueva al piso vacío del cuarto. Madeleine, creo que se llama. Es callada pero formal, no como estas jóvenes de hoy en día… Charmante, elle est charmante! Creo que frecuenta el bistrot del señor Bernard, así que ya coincidirás con ella. Estoy seguro, miraré a ver si la veo. Lo siento, ahora me tengo que ir, tengo cosas que hacer ¡Por supuesto, querido! Trabaja, trabaja, que hoy día cuesta ganarse la vida. Au revoir, Pierre. Hasta pronto.

De nuevo la soledad del estudio. Unos tímidos rayos de sol logran atravesar las nubes e introducirse por el tragaluz. Debería cuidar más esos geranios. Y recoger la mesa. Deja el abrigo y busca un cuaderno nuevo. Arruga el eterno folio en blanco y lo lanza a la papelera. Encesta. Cambia el cartucho de tinta de la pluma, mira por la ventana y comienza a escribir.

Madeleine llega al portal. Alguien debería arreglar las escaleras, un día habrá un accidente. Sube rápido pero sigilosa, como ha aprendido a hacer cuando quiere evitar una de las peroratas de la señora Lapin. Aún así, cuando está cerrando la puerta, puede ver a su vecina salir al descansillo como quien no quiere la cosa, intentando investigar qué inquilino de todos ha logrado escapar de ella.

Unos rayos de luz otoñal entran por la ventana de su pequeña sala de estar, dejándose caer suavemente sobre el sillón. Deja su abrigo y se sienta con el libro nuevo. Lo abre con mimo por la primera página. Descubre una dedicatoria escrita en español.

Para ti. ¿Viajamos al País de las Maravillas?

Mira por la ventana, a la luz dorada que ilumina las calles. Pero eso ya es pasado. Todo es pasado, realmente. No quiere que el tiempo le vuelva a jugar malas pasadas. Una pareja de ancianos pasea por la acera de enfrente. Aroma a café cargado y un dulce tacto avainillado. Presente. El presente es ahora y da igual que ya sea pasado. Se levanta a por su estilográfica y recoge el libro, que resbaló hasta el suelo. Traduce la dedicatoria al francés, con un pequeño cambio.

Pour toi. Voyageons-nous au País des Merveilles ou restes-tu dans ta table ?

Con una sonrisa cierra el libro. Sale a su descansillo. Observa, no hay nadie. Sube sigilosa hasta la buhardilla y deja el libro sobre el felpudo. Regresa sigilosa a su casa.

Pierre se sobresalta con unas pisadas que suben hasta su puerta. Nadie llama. Espera. Silencio. Ahora bajan. Se levanta y abre. Alicia en el país de las maravillas. Inconscientemente, lo abre por la primera página.

Para ti. ¿Viajamos al País de las Maravillas?
Pour toi. Voyageons-nous au País des Merveilles ou restes-tu dans ta table?

Una sonrisa le ilumina la cara. Vuelve a su mesa. Pasa página.

Un piso por encima del cuarto, en el estudio abuhardillado, portal once, rue Laplace. Una pluma rasguea el papel, tras noventa y dos días de descanso amargo.

Hay veces que las grandes maravillas se crean por casualidades inesperadas. Un estornudo imprevisto, un desmayo en mitad de la calle, un día lluvioso en el que te entra hambre. Y todo comienza a cambiar…



3 comentarios:

Bea dijo...

Has vuelto y yo no me había enteradooooooooooooo!!!
Que fallo más grande!!!

Un besazo enorme!!!

Anónimo dijo...

=O
Sí, creo que tan negado no soy xD

Y yo me pregunto... ¿Por qué al francés, con lo bonito que es el alemán? x)

Daniel Tejero dijo...

Y a mi que me gustaba una de las plantillas que tenias puesta antes!! pero bueno, esta no esta mal. saludos y no abandones el blog (No tanto como yo)